Historia de La Fuente a través de fotos, articulos y gráfica.

lunes, 24 de enero de 2011

Cómo llegué a "La Fuente" por Onfel.

Corría 1978, año jodido como pocos, en esa época la idea de irme del país, después de haber perdido amigos a mano de los militares, iba haciéndose cada vez más grande. Además mi carrera de psicólogo estaba suspendida desde el 74 por los riesgos que había en la facultad. En ese contexto la música fue (y es) mi actividad salvadora; había tocado la batería en el 77 con Raúl Porchetto, antes con Jimmie Rodríguez Anido, Alejandro Lerner, Federico Ostersek, Gustavo Bazterrica, y otros músicos de rock, también había hecho percusión en algunos grupos folclóricos.
Jimmie me contó que unos amigos estaban colaborando en producción con un grupo acústico que fusionaba distintos géneros musicales, con buenas letras, y que estaba por dar su primer recital, al que me invita. De este modo llego como público a la primera presentación formal de La Fuente en el Centro de Artes y Música.
El primer impacto cuando empezó la actuación fue mágico, una filigrana de sonidos de guitarras, flauta, voces y percusión que me cosquilleó por todo el cuerpo, ya en ese momento me vi tocando esa música. A la salida me llevé el afiche hecho para la ocasión por Nebur, que aún conservo.
A los pocos días se hizo una reunión en la pensión donde vivían Coco y Uki, a la que fui invitado por estos amigos que colaboraban en la producción. Ahí me hice rápidamente amigo de Andi, tanto es así que me invitó a tocar con él en un grupo de rock sinfónico que tenía en paralelo y que se llamaba Azur. De este modo fui acercándome también al grupo: ya para el próximo recital en el teatro La Salle le presté a Edy Rodríguez algunos instrumentos de percusión y mi rol pasó a ser el de amigo y colaborador.
El estilo de percusión había cambiado bastante, pues los dos primeros percusionistas invitados eran de escuela clásica, con excelente variedad de timbres, pero para mí con falta de potencia o fuerza. En el La Salle tocaron Edy y Govinda, con mucha más pasión, dándole una base más potente.
Para fin de año, con el proyecto de unas posibles actuaciones en Mar del Plata, me invitaron a tocar, dije que sí inmediatamente, aunque con un poco de temor, pues tenía que ocupar el lugar de dos músicos, y además pretendía tener la riqueza tímbrica de los primeros y la fuerza de los segundos.
Fuimos a Mar del Plata, luego a Bariloche, ambas experiencias de convivencia y de ensayos que duraron varios meses y que fueron fundamentales para conocernos desde los sentimientos y así poder generar un estilo de ambientación sonora y rítmica que se entrelazara con la musicalidad y el mensaje de las canciones del grupo. A la vuelta ya fui incorporando cada vez más sonidos e instrumentos a medida que se sumaban temas nuevos, mientras que el funcionamiento del grupo como cuarteto se consolidaba.

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